viernes, 29 de noviembre de 2013

Más empleos para los jóvenes


THELMO VARGAS -
http://www.nacion.com/foros/empleos-jovenes_0_1380661931.html

A las familias costarricenses les preocupa, con razón, el alto nivel de pobreza y desempleo, así como la desigualdad de ingresos, que caracterizan a Costa Rica en las postrimerías de la administración Chinchilla. En efecto, una de cada cinco familias es pobre (y una de cada 16 vive en pobreza extrema); también el conocido coeficiente de desigualdad Gini se incrementó en los últimos 15 años.
Como me propongo explicar en este escrito, la causa de todo este malestar reside en la mala calidad de las políticas adoptadas por el Gobierno, tanto para la promoción de oportunidades de empleo como respecto a la focalización del gasto en educación y asistencia social.
Deseosos de trabajar. En la actualidad hay en Costa Rica unas 210.000 personas deseosas (y necesitadas) de encontrar trabajo, pero que están desempleadas. Si a ello se agrega lo que el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) denomina, un tanto poéticamente, “fuerza de trabajo disponible desalentada”, que en Santa Ana llamarían personas “agüevadas” de buscar en vano, la cifra de desempleo se eleva a 250.000. Esto, sin duda, constituye una de las principales explicaciones de la pobreza y, también, de la desigualdad que preocupa a todo costarricense de buena voluntad.
Si uno analiza con cuidado las cifras de INEC, notará que, aproximadamente,138.000 personas desocupadas (sin incluir las que se “desalentaron” de buscar empleo) no se han graduado de la escuela secundaria (algunas ni siquiera de la primaria). Buena parte de quienes están incluidos en esta triste estadística viven en las zonas rurales y desertaron de las escuelas públicas. Enorme falla del Estado en esta materia, pues el espíritu de los constituyentes, al declarar la educación gratuita, obligatoria y costeada por la nación, es que esto no ocurriera.Y, sin embargo, ocurre.
La educación ha servido a uno de sus propósitos fundamentales (preparar a quien la recibe para ganarse la vida), pero –por mal diseño– no ha contribuido a disminuir la desigualdad, pues unos reciben más que otros. Para evitar injusticias atribuibles a la ausencia de una efectiva “igualdad de oportunidad”, la porción del presupuesto público que, con sacrificio de otras funciones de interés social, el país dedica a la educación debe focalizar se en el
nivel básico, diversificado y preescolar.
Desempleo juvenil. La otra realidad que uno observa en las cifras de INEC es que la tasa de desempleo entre los costarricenses de entre 15 y 24 años de edad más que duplica el promedio nacional. Hoy, uno de cada cuatro jóvenes miembros de la “fuerza laboral” no tiene empleo. Esto es triste, pues este grupo de personas es el que más domina las modernas tecnologías de información y comunicaciones (TIC) y, por tanto, el que más podría contribuir a que nuestras empresas, sus familias y la economía en general alcen vuelo en el entorno
competitivo, globalizado, que vivimos.
En ausencia de usos laborales para sus aparatos electrónicos (teléfonos celulares,PC, iPad), quizá los jóvenes encuentran que lo mejor es “chatear” y coordinar con sus amigos el sitio de la próxima protesta pública. Al igual que en los círculos de gobierno se habla de “brecha digital”, se debería hablar de “desperdicio digital”.
Los programas educativos deben incorporar un mayor componente de cursos que preparen para el trabajo moderno. En el ínterin, procede adoptar un esquema de pasantías , sujeto a legislación especial, para que los jóvenes adquieran en empresas las destrezas prácticas que ellas requieren. Estos programas han mostrado, en países de la Europa del este, ser muy eficaces para reducir el desempleo.
Volvamos a la triste realidad del altísimo desempleo juvenil, que es causante de pobreza, desigualdad y de indignación. Es un hecho, demostrado por la historia y la geografía, que una economía pujante crea más empleos que una similar pero en estado de recesión.
Por eso es que la misión de un Gobierno, en situaciones como la que hoy presenta el país, es estimular al sector empresarial para que cree muchos puestos de trabajo, que permitan no solo reducir el desempleo actual (250.000), sino también dar oportunidades de trabajo a los más de 60.000 costarricenses que, año con año, se incorporan a lo que se conoce como “fuerza de trabajo”.
Sin atemorizar. Para ello no debemos atemorizar a las empresas de la zona franca (que emplean a más de 75.000 ticos), ni al empresariado en general. Al contrario: un aplauso para quien cree un trabajo para su prójimo, y 500 para quien cree 500.
Tampoco hemos de cargar de impuestos (al aguinaldo, a los excedentes que distribuyan las cooperativas y asociaciones solidaristas, a la educación y la medicina, y a todo lo que se mueva), como proponen algunos partidos que no parecen haber tomado conciencia de la calamidad en que estamos. ¿Cuántos empleos crear, por ejemplo, en el período 2014-2018? La mayor cantidad posible. Esa es la respuesta, pues el mal que enfrentamos es demasiado
grande.
Así como don Quijote se propuso realizar su sueño imposible, y la Sele se prepara con la mentalidad de ganar todos los encuentros en que deba participar en el Mundial Brasil 2014, en materia de creación de empleos debemos adoptar metas ambiciosas. Los jóvenes del país así lo demandan.
Por tanto: ¡Jóvenes del país, únanse en pro de un programa de dinamización de nuestra economía! No tienen nada que perder, salvo las cadenas de su actual y potencial desempleo futuro. Tienen un mundo que ganar.

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