Danilo Cubero Corrales*
Esta sentencia bíblica gráfica de manera inmejorable la verdad sobre la necesidad de poseer una luz y guía coherente
Un país elige sus mandatarios para que se conviertan en depositarios temporales del poder y ejecuten en bien de las mayorías aquellos proyectos y trabajos que se requieren.
El presidente Luis Guillermo Solís Rivera es el primer ciudadano de la República y principal responsable de que la institucionalidad, orden y progreso tengan un norte definido. La realidad ha sido diametralmente opuesta a lo deseado.
En Zapote se hablan muchas lenguas a la vez, profiéranse muchos discursos políticos disimiles al unísono, creando una enorme desazón e incertidumbre en la opinión pública.
Si este tipo de incertidumbre afectara solamente la casa de cristal en Zapote, tendríamos poca preocupación al respecto. Pero, en lo que toca a la realidad nacional, ese mar de versiones encontradas es nefasto.
La ciudadanía, el empresario, inversionista, los actores sociales requieren de una voz firme y constante en materia de opinión emanada del Presidente de la República.
El país necesita un modelo serio y coherente de acción, un plan de gobierno consecuente, una figura sólida al frente de la nación que otorgue confianza, seguridad y señale el camino.
No requerimos de gente que le guste jugar a las escondidillas.
De no existir, el país va a la deriva. No en vano, la última medición de opinión pública elaborada por la casa encuestadora Borges y Asociados señala que una contundente mayoría de costarricenses expresa su sentir de que el “país no tiene rumbo”. Peligroso.
Un día el Presidente da una versión y un Ministro corre a contradecirlo. Otro día sale un subalterno exhibiendo opinión sobre un tema de agenda nacional, y allí va el mandatario a corregirlo y explicar al país que no fue eso lo que quiso decir sino otra cosa.
El Ministerio de la Comunicación ha sido inexistente e ineficiente. No se puede construir un equipo profesional de comunicadores pagando favores políticos.
Y, si unimos la desazón e incompetencia del sector comunicación, el hecho que la arteria vital que es el Ministerio de la Presidencia ha sido una experiencia cantinflesca, primero comandado por un Obispo Luterano y luego por un funcionario como don Sergio Alfaro a quien la camisa le ha quedado muy grande.
Don Sergio, muy al estilo PAC del cual es fervoroso defensor, creció políticamente oponiéndose a todo como es el estilo del partido gubernamental, destruyendo, y en política la cosa no funciona así.
Ahora, que le corresponde el rol de gobernante, donde deben construirse puentes para negociar, el ADN político del señor Ministro de la Presidencia le inhabilita para actuar en concordancia con lo requerido.
*Presidente Partido Movimiento Libertario
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