Por José Joaquín Fernández. Miembro de la Mont Pelerin Society.
Celebramos la transición del poder de manera pacífica y vemos con esperanza el futuro del país. Para materializar nuestro sueño de ver a Costa Rica próspera y desarrollada, es imprescindible reconocer las enseñanzas de la historia y las conclusiones de la ciencia económica.
La historia de la humanidad solo ha conocido una única forma de reducir la pobreza, a saber, con altas tasas de crecimiento económico. Estudios como “The Growth of Government and the Reform of the State in Industrial Countries” (Vito y Schuknecht) o el “The Size and Functions of Government and Economic Growth” (Gwartney, Lawson y Holcombe) concluyen que un gasto público superior al 15% del PIB, reduce las tasas de crecimiento, aumenta los niveles de desempleo y reduce la productividad. Los países desarrollados se han estancado conforme ha crecido su gasto público. Esto se conoce como la Curva de Rahn. En la actualidad, tenemos un gasto público asfixiante porque tenemos muchísimas instituciones que exceden las funciones propias del Gobierno. Es necesaria una política de cierre de instituciones y programas para estimular altas tasas de crecimiento económico.
Por otra parte, existe consenso entre economistas de renombre mundial que una baja tasa de inflación (aquella inferior al 2% anual) contribuye al sano y sostenido crecimiento económico. Hubo un tiempo, allá a finales de la década de 1950 que se creyó que una mayor tasa de inflación podía estimular el crecimiento. Sin embargo, en el libro “La Política Monetaria del Bundesbank” (Deutsche Bundesbank 1994) se afirma: “En los años setenta, sino antes, se desvirtuó la suposición de que el nivel de empleo de la economía podía ser incrementado con el estímulo de la inflación. Antes bien, sucede lo contrario: la estabilidad de la moneda es un supuesto importante para un próspero crecimiento económico y un alto nivel de ocupación”.
Esta idea de que una inflación por debajo del 2% anual es un requisito para un sano crecimiento económico lo podemos leer en el portal de Internet de muchos bancos centrales incluyendo el del Banco Central de Canadá o el Banco Central Europeo. Este último concluye: “… un banco central solo puede contribuir al crecimiento de la economía por medio del mantenimiento de estabilidad de precios”. La evidencia es clara que en el largo plazo existe una relación directa entre inflación y desempleo. Dado que un banco central posee el monopolio de la oferta monetaria, no hay nada que le impida alcanzar una meta de inflación por debajo del 2% anual porque la única causa de la inflación es el exceso de emisión monetaria.
En fin, la reducción de la pobreza requiere altas tasas de crecimiento económico donde dos de sus ingredientes son: reducción significativa del gasto público y una tasa de inflación inferior al 2% anual.
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Publicado el 13/MAY/2014 en el diario La Prensa Libre (Costa Rica)
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