La conformación de las coaliciones políticas que han adversado al Partido Liberación Nacional en Costa Rica, han tenido una historia muy particular.
En ocasiones, han sido formales, se han dado entre partidos políticos electoralmente constituidos, y con un nombre y divisa nueva. En otras ocasiones han sido informales; los ciudadanos buscaron la fuerza política coyunturalmente más fuerte, y a ella aportaron su esfuerzo y sus votos.
En 1958, don Mario Echandi llegó a la presidencia por el partido Ulatista, con los votos del partido Calderonista, amén de la división interna que vivió Liberación con la salida de don Jorge Rossi en aquel entonces.
En el año 2006, un partido político supo captar el voto opositor, y sin grandes recursos, ni movilizaciones masivas, ni derroche de signos externos, puso en aprietos a una poderosa maquinaria económica y electoral y casi gana las elecciones. Quedó demostrado en esa oportunidad que el transporte, los censos, el transporte de electores y el clientelismo, son verdaderos mitos cuando el clamor popular decide agruparse en una causa común.
Los dos ejemplos anteriores fueron coaliciones espontáneas, sin legalismos atinentes a un código electoral.
También hemos tenido experiencias formales de integración de partidos con una nueva divisa y un nuevo nombre, como fueron las coaliciones de 1966, con el Partido Unificación Nacional que llevó al Profesor Trejos Fernández al Poder, y la de 1978, que coaligó 4 fuerzas políticas y llevó a don Rodrigo Carazo a la Primera Magistratura.
Hoy día está el tema en la picota, se habla con insistencia en reuniones diversas, de la necesidad apremiante, de constituir una alternativa vigorosa opositora de cara a los próximos comicios, y ofrecerle a los costarricenses la posibilidad de alternancia en el Poder Ejecutivo, en aras de evitar una dictadura en democracia, que amenaza con terminar de tomar el control de todos los poderes del estado costarricense, situación a todas luces inconveniente.
Restan 8 meses para poder formalizar unacoalición a derecho, pero si ésta no llegara a concretarse, estoy convencida que la unión del electorado no oficialista, se va a dar por la vía informal de apoyo a un liderazgo personal, situación que la historia ha demostrado como viable.
Las grandes transformaciones políticas son producto de decisiones ciudadanas que emergen ante las circunstancias.
La necesidad de una fuerza opositora unida, es una meta a la cual le ha llegado su momento, y el poder de ese ideario común es ilimitado, vigoroso y no tendrá marcha atrás.
Por el camino de la normativa legal, o por el camino de la conformación de un liderazgo conductor, el país va tener esa alternativa política en las elecciones del 2014.
Reitero, los ejemplos abundan en la historia nacional, lo estamos viviendo en estos días; y en fechas venideras, iremos consolidando esa alternativa para la sana continuidad de la democracia más sólida y antigua de América Latina.
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